Siendo GRAIN parte del Colectivo de Semillas y de la Alianza Biodiversidad anunciamos la publicación de un nuevo documento de la serie Cuadernos de Biodiversidad: La estafa de la propiedad intelectual. En éste se desnuda el argumento de fondo que clarifica una postura irrenunciable que hay que defender cuando nos insisten en que para proteger las semillas hay que privatizarlas, abriendo un expediente y un registro de propiedad o incluso de exclusividad de uso. Pero tenemos que insistir en que “las patentes y los derechos de obtentor forman parte de los complejos mecanismos de despojo, explotación y extracción de nuevas ganancias para el capital. Son privilegios adjudicados unilateralmente y siempre implican despojo, porque ejercerlos e imponerlos siempre deja a alguien sin poder disfrutar de los bienes que nos brinda la naturaleza o que hemos creado a través de nuestra historia colectiva”.
Estos privilegios y el margen de maniobra que entrañan son el instrumento perfecto de las corporaciones del capitalismo para ejercer el despojo mediante regulaciones jurídicas funcionales a la acumulación, “de ahí la ofensiva permanente de nuevas leyes, regulaciones, discursos justificativos y engañosos”.
Pensar ingenuamente que nuestra única protección posible es la privatización es equivocarnos y legitimar con nuestra ingenuidad sus estrategias. “Obedecer y entrar al sistema de patentes o derechos de propiedad intelectual, sean derechos directos, patentes, o derechos de obtentor, creative commons, sui generis, propiedad intelectual colectiva, patrimonios bioculturales, semillas o saberes de código abierto (open source) nos hace vulnerables (desde una posición de desigualdad de tiempos y recursos monetarios y legales), nos entrampa en un desigual sistema de normas y disposiciones que en realidad destruyen las bases materiales y sociales de nuestras vidas y especialmente la de los pueblos rurales que aún logran evadir el mercado. Someten nuestra libre determinación y autonomía, nuestra potestad de acceder y utilizar nuestras semillas, nuestros saberes, nuestros cultivares y variedades: legitima su privatización y permite su utilización en el marco de la producción agroindustrial y del sistema global del agronegocio”.
Nuestra tarea crucial es resistir y desmantelar esta ofensiva, hasta hacerla imposible. Nuestra defensa y resistencia es que no hay que renunciar al uso de nuestras semillas, producir ejerciendo nuestros saberes, como lo hacemos con el lenguaje [que no es privatizable], defender los territorios y nuestras formas de relacionarnos con ellos y dentro de ellos.
“El derecho fundamental de los pueblos es el derecho a la libre determinación y la autonomía incluido el territorio en toda su complejidad. La propiedad intelectual, que apunta siempre a la privatización, atenta de inmediato contra esa complejidad.”
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