Esto demuestra que incluso en uno de los países más ricos del mundo, la gente está en contra de la ingeniería genética en la agricultura. La condición previa para ello es que la población tenga acceso a una información independiente y crítica y que se pueda celebrar un verdadero debate democrático.
Durante estos 15 años la moratoria de los cultivos transgénicos ha demostrado su valor para la industria agrícola y alimentaria suiza y cuenta con el apoyo de una gran mayoría de la población, los agricultores, los minoristas, así como el comercio con alimentos para animales. El cultivo de transgénicos no es una opción en la Suiza de pequeña escala. Pondría en peligro una agricultura diversa que se orienta cada vez más hacia criterios ecológicos. Dañaría mucho la imagen de la agricultura suiza. La moratoria sobre el cultivo de plantas modificadas genéticamente tampoco dio lugar a ninguna desventaja económica, como se temía al principio.