Este “bien natural común público” es fundamental para el sostenimiento de la vida de todas las especies que habitamos este mundo. En un contexto de lógicas y relaciones capitalistas, neoliberales y extractivistas, este anuncio pone en riesgo la disponibilidad del agua y la posibilidad de que sean los pueblos y la ciudadanía en general la que lo disfruten y aprovechen. En efecto, que el agua forme parte del mercado de futuros habla de la intencionalidad de los fondos financieros de administrar este bien común de la misma forma que el petróleo.
¿Para que los fondos inversores desean “conocer el estado de escasez” del agua sino es para proponer políticas públicas internacionales que aseguren el acceso mundial al bien común? Esta simple pregunta es el engranaje que explica la intencionalidad perversa de los mismos actores de siempre de disponer el futuro de los precios del agua que, día tras día, y al mismo ritmo que prolifera el extractivismo como modalidad económica mundial, escasea más.
En este sentido, desde nuestro lugar sostenemos firmemente que la soberanía es de los pueblos, y por lo tanto cada unx de lxs ciudadanxs del mundo es sujeto de este derecho fundamental. Sin embargo, esta penosa eventualidad supone una reversión en materia de derechos humanos y soberanía territorial y de los pueblos. En un mundo donde más del 40% de la población no accede a una red de agua potable, la especulación se vuelve una forma más de dominación sobre las sociedades del globo.
Del mismo modo, comprendemos al agua no como mercancía, sino como un bien natural común y público, reconocido como derecho humano básico. Esto no se negocia bajo ningún punto de vista.
El extractivismo neoliberal no se preocupa por el estado de nuestro planeta, y mucho menos por la sustentabilidad y la vida de las especies. Es por eso que, de una vez, exigimos que los organismos internacionales escuchen lo que las asambleas y organizaciones venimos sosteniendo hace tanto tiempo.
En un pasado anticipamos que las próximas guerras serán por el agua. Hoy estamos frente a la posibilidad de frenar esta avanzada con políticas públicas internacionales de integración, cuidado, socialización y desprivatización del agua.